El pequeño niño se metió entre las sábanas, sintiendo que cada que se arrastraba hasta llegar a la cabecera, se le presentaba un desafío. Comenzó a jugar y a imaginar que estaba en una jungla y que nativos le perseguían. Él entre flechas del enemigo, se arrastraba hasta algún lugar seguro, donde nadie lo pusiese tocar.
Volviendo a la realidad, el niño llegó hasta su almohada. Se acomodó y abrazó a su oso de peluche. Morfeo casi lo arrebata del Universo cuando reaccionó.
Restregándose los ojos, volteó a ver su mesita de noche donde reposaba tranquilamente un cuadro, donde se veían dos objetos. Una mujer y un perro. Tomó el cuadro con sumo cuidado; sonrió para después depositar un beso en el frío vidrio el cual protegía la fotografía.
—Buenas noches, mis ángeles guardianes —comentó entre sonrisas para luego dejar que el rey de los sueños se lo llevara.
Fue... conmovedor. Sus ángeles guardianes a pesar de no estar presentes siempre le cuidarían desde el cielo *-*
ResponderEliminarMuy lindo.