Idea, Sueña, Escribe.

viernes, 16 de julio de 2010

Tengoku. 楽園



Frente al Paraíso

¿Qué es el paraíso? Todos los humanos se lo han preguntado tan siquiera una vez en su vida ¿En realidad existe? ¿Dónde está?

Preguntas que quizá a los adultos les dé miedo contestar, interrogantes que a los ignorantes les urge saber. La ironía: todos llegan a tener una vida adulta, por lo tanto, todos son
ignorantes.

Para Jane, una estudiante de Psicología cursando el último año, el paraíso era un lugar utópico, creado por la mente propia, para la pura satisfacción y deseos propios. Quizá siguiendo parámetros que han impuestos los libros, como la Biblia; o películas o casos raros de gente que dice ha visto el paraíso.

Cuando murió, miserablemente y dando lástima a los presentes, supo que Dios no es quien te llama a su presencia. La muerte es quien te lleva y ella decide qué hacer con tu futuro, si es que se le puede decir futuro a lo que le sigue después de la muerte.

Jane llegó a lo que supuso… era su paraíso. Un prado lleno de flores, y árboles frondosos. Supo que era lo que ella siempre había querido, vivir en un lugar así siempre fue su mayor anhelo desde que su tío les mandaba fotos de su pequeña cabañita en un lugar parecido a éste.

Entonces Jane, cayó en la cuenta. Estaba sola, completamente sola en un prado lleno de flores. ¿Eso era su paraíso? Pasar la eternidad sola en un lugar desolado, sabiendo que sus familiares morirían e irían a otro lugar donde se encontrarían en su misma situación.

Era cierto, no tenía dolor, no tenía hambre, sólo un sentimiento de melancolía que le inundaba el alma.

Si en verdad esto era su paraíso, desearía volver al mundo, volver a tener una vida ajetreada, con monoteísmo o no, ella quería regresar. Entonces se dio cuenta de que lo vivido en el mundo, jamás volvería a ella, que estaba destinada a ese mundo utópico que comenzaba a odiar, que por haber deseado tanto, al encontrarlo no sintió satisfacción.

FIN

Bueno, en cierto sentido éste es mi concepto del paraíso. Siento que es un mundo utópico del que te puedes aburrir. Por eso, prefiero no pensar a dónde iré, simplemente morir y dejar mi alma en manos de la muerte o Dios.

viernes, 9 de julio de 2010

Kuroi. ブラック


Ojos negros

Le escuché abrir la puerta de la recámara, sigilosa, como un ratoncillo entrando en la boca de un gato. No quería que me viera despierto, así que me hice el dormido mientras rondaba por la habitación. Le oí entrar al baño y dejar caer el agua de la regadera para darse una ducha. La intriga me estaba carcomiendo los sesos, pero sabía que si la interrogaba ahorita, seguro me echaría bronca.

Luego de la ducha se colocó el camisón y se recostó junto a mí, pero sin antes soltar in suspiro y una risa juguetona. Yo me asusté. Inevitablemente Morfeo me arrastró, sin mi consentimiento.

Tuve un sueño, no muy lúcido, donde ella estaba siendo devorada por otro hombre. Desperté con la inquietud en la boca y me di cuenta de que eran pasadas de las 10 de la mañana.
La busqué por toda la recámara hasta que la encontré sentada tomando café en frente de su computadora portátil.
—Buenos días —dijo sin mirarme. Yo le devolví el saludo.
—¿A qué hora llegaste? —pregunté sin más. Dejó su taza de café y escribió.
—Como a las 3 de la madrugada —anunció sin remordimiento; estaba un poco tranquilo al darme cuenta de que no me había mentido.

—¿Te divertiste? —pregunté, preciso.
Ella sonrió de lado, haciendo que la mueca pareciese más malvada que feliz. Luego de unos segundos, levantó el rostro con los ojos cerrados y suspiró... un suspiro cargado de lujuria.

—Bastante. — Abrió los ojos en el preciso instante que dijo la palabra. Dejándome ver sus ojos negros, un par de orbes negras, tan profundas como la boca de un lobo. Sonrió perversa e intensificó su mirada cargada de pasión, lujuria y... traición.

—Eres una puta —escupí con desprecio. Ella ensanchó más la sonrisa e incrementó su mirada penetrante, aquellos ojos llenos de traición y mentiras, me habían delatado todo lo que hizo en su salida, sin pudor alguno.

—Sí... lo sé.
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Para RI, también siento que me desvié un poco, pero también me gustó xD Gracias por leer :amén:

lunes, 5 de julio de 2010

Cahiro.カフェ



Ojos cafés

Daba vueltas como león enjaulado por toda la sala de espera, el sentimiento de culpa, de cobardía y por sobre todo de impotencia cada vez se hacía más latente en mi cuerpo. Estar solo y con mis pensamientos teniéndome al borde del colapso no era buena combinación con mis nervios. Ya llevaba ahí más de 3 horas, dando vueltas; a pesar de que varias personas me trataron de tranquilizar yo seguía con los nervios de punta, cada instante, cada segundo.

Estaba en el estado puro de paranoia y de frustración, la inquietud no me dejaba pensar con claridad mientras que la luz mortecina que adornaba la sala, me hacía recordar que me encontraba completamente solo.
Me senté en el banco más próximo y me tomé de la cabeza y me la situé entre las rodillas, casi queriendo vomitar y morirme ahí.

En eso escuché el zapateo de alguien que se aproximaba y el sonidillo agudo que hacen los guantes de látex al ser removidos de cualquier superficie.
Me volví para ver al sujeto que estaba en frente de mí, lo vi quitarse el cubre bocas para poder hablar con más claridad.

—Buenas noches, señor Meller, ya puede pasar a verla —anunció con una sonrisa, entonces sentí que un alivio comenzaba a surgir de mi pecho. Di las gracias como alma que se la lleva el diablo y corrí hasta su habitación.

Al entrar al cuarto lo primero que divisé fue un bulto en una cama, me aproximé a ella con cuidado y le tomé de la mano mientras le acariciaba suavemente la palma, estaba profundamente dormida.
Me quedé ahí, contemplándola en silencio, expectante de cualquier movimiento. En su letargo le escuché gruñir incomoda, le acomodé un poco la almohada tratando de no despertarla, inevitablemente lo hice.

Se talló sus ojitos y suspiró. Entonces fue cuando desplegó sus enormes y hermosos ojos cafés, llenos de luz, a pesar de lo sucedido. La ingenuidad e inocencia se manifestaban inundando el lugar. A pesar de ser una niña pequeña —siendo que ellos siempre tienen la mirada así—, ella irradiaba esas emociones al doble.
Eran los ojos que con una sola mirada te daban calor humano, te otorgaban humildad y una luz en la oscuridad.

Me miró extrañada.

—¿Papi, ya no tengo el monstruo feo? —preguntó parpadeando.
—Sí, mi amor, ya no lo tienes —contesté contento. Y sus ojos destellaron un fulgor que me cegó de alegría.

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Para RI :3 Creo que me salí de contexto, pero bueno, ahí está. El primero.