Idea, Sueña, Escribe.

lunes, 5 de julio de 2010

Cahiro.カフェ



Ojos cafés

Daba vueltas como león enjaulado por toda la sala de espera, el sentimiento de culpa, de cobardía y por sobre todo de impotencia cada vez se hacía más latente en mi cuerpo. Estar solo y con mis pensamientos teniéndome al borde del colapso no era buena combinación con mis nervios. Ya llevaba ahí más de 3 horas, dando vueltas; a pesar de que varias personas me trataron de tranquilizar yo seguía con los nervios de punta, cada instante, cada segundo.

Estaba en el estado puro de paranoia y de frustración, la inquietud no me dejaba pensar con claridad mientras que la luz mortecina que adornaba la sala, me hacía recordar que me encontraba completamente solo.
Me senté en el banco más próximo y me tomé de la cabeza y me la situé entre las rodillas, casi queriendo vomitar y morirme ahí.

En eso escuché el zapateo de alguien que se aproximaba y el sonidillo agudo que hacen los guantes de látex al ser removidos de cualquier superficie.
Me volví para ver al sujeto que estaba en frente de mí, lo vi quitarse el cubre bocas para poder hablar con más claridad.

—Buenas noches, señor Meller, ya puede pasar a verla —anunció con una sonrisa, entonces sentí que un alivio comenzaba a surgir de mi pecho. Di las gracias como alma que se la lleva el diablo y corrí hasta su habitación.

Al entrar al cuarto lo primero que divisé fue un bulto en una cama, me aproximé a ella con cuidado y le tomé de la mano mientras le acariciaba suavemente la palma, estaba profundamente dormida.
Me quedé ahí, contemplándola en silencio, expectante de cualquier movimiento. En su letargo le escuché gruñir incomoda, le acomodé un poco la almohada tratando de no despertarla, inevitablemente lo hice.

Se talló sus ojitos y suspiró. Entonces fue cuando desplegó sus enormes y hermosos ojos cafés, llenos de luz, a pesar de lo sucedido. La ingenuidad e inocencia se manifestaban inundando el lugar. A pesar de ser una niña pequeña —siendo que ellos siempre tienen la mirada así—, ella irradiaba esas emociones al doble.
Eran los ojos que con una sola mirada te daban calor humano, te otorgaban humildad y una luz en la oscuridad.

Me miró extrañada.

—¿Papi, ya no tengo el monstruo feo? —preguntó parpadeando.
—Sí, mi amor, ya no lo tienes —contesté contento. Y sus ojos destellaron un fulgor que me cegó de alegría.

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Para RI :3 Creo que me salí de contexto, pero bueno, ahí está. El primero.

2 comentarios:

  1. Hermoso, simplemente eso.
    Me encantó cada palabra...

    Besotes Ale :D

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  2. Oh, será que estoy hiper sensible por... cosas puntuales, pero cuando lo leí me llegó y me hizo lagrimear. Es tan particular, supongo que influye el que sea una criatura la que está en esa situación. No tengo palabras.

    Ps. No me explico qué pasó, te juro que lo leí y creí haberte dejado comentario, pero veo que otra vez creo hacer algo y no es así :P

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